Campiñeando Ruta 18 (I)
Toñi Sanz y Paloma Redondo
28
enero
2024
El día ha amanecido espléndido congregando en las antiguas escuelas de Casa de Uceda a los caminantes, -que con agrado-, recogen un avituallamiento, muy acertado, con fruta, barrita energética de cereales y agua, para saborear en el camino.
La ruta comenzó llaneando por esos caminos rectos, tan rectos, que parecen tirados a escuadra y cartabón.
Las abundantes lluvias de las semanas pasadas mantienen las tierras bien húmedas, las cunetas corriendo y los trigales muy verdes. Llegados a la Nava desaparece todo camino y una cubierta vegetal cubre todo el espacio … pero ¡oh sorpresa!estaba encharcada … y el murmullo general de las conversaciones de los caminantes se sustituye por un plof chof watch ¡ay me he mojado!. Mal día para estrenar zapatillas.
Rodeamos el bonito paraje del Campo de Aviación, Pantano… y Enrique nos explica esa construcción que es el refugio antiaéreo de la época de la guerra civil, una construcción que ha sufrido con frecuencia el vandalismo y sus propietarios se esfuerzan con mimo en cuidar y mantener en pie. El llamado Pantano de Villaseca que alberga una masa de agua que se mantiene más o menos constante por el agua de una zanja que hicieron en tiempos pasados desde la carretera de Cogolludo.
Desde ahí, el grupo de caminantes se bifurca, sin perderse de vista en ningún momento unos y otros, para acabar confluyendo, todos a la vez, en el camino que nos adentraría en el término municipal de Fuentelahiguera.
Esta vez, la dificultad de la ruta no estaba en subidas, bajadas, desniveles o cantos rodados, sino que la emoción, y la atención a la vez, se puso en caminos escurridizos, barro deslizante al ser pisado, charcos a esquivar, sol y calor atípico para un mes de enero.
Entramos en una zona de monte bajo y llegamos al arroyo Torote, con un hilo de agua fluyendo en continuidad y que tuvimos que cruzar, cada uno como podía, sabía o intentaba, pero siempre con la ayuda de unos y otros tendiendo manos o tendiendo bastones.
Se empieza a notar el olor a encina, luego sabríamos que las han podado y arreglado recientemente para sanearlas, creando un paisaje que nada envidia al Serengueti africano en un atardecer de tonos rojizos que la Campiña nos regala. Fuentelfresno es una finca de propiedad privada. Su dueño, D. Carlos Llanza (Conde del Castillo de Centelles), nos recibe y nos da la bienvenida. Nos describe la finca, 900ha, y su utilidad; 600ha para el labradío de trigo, avena y barbecho en ciclos rotatorios y el resto para turismo cinegético de alto standing, concretamente caza de perdiz en ojeo.
Llegados a este punto, el terreno típicamente castellano y una nuevamente planicie conducen a esa serpiente multicolor que es el grupo de andarines, hasta el punto de destino, en Fuentelahiguera, entrando por la ermita de la Soledad alrededor de las 14:00h.
Hemos plantado un árbol y en un ambiente distendido, alegre y con caras de ¡prueba superada! nos han ofrecido un bocadillo que a todos nos sabe a manjar.
¡Bravo Campiñeantes!
Efectivamente, día explendido para disfrutar de esta ruta por la Campiña. Gracias a la organización y a los acompañantes. Vamos a por la próxima.
Un placer el día el camino, la gente caminante.
Y sobre todo me sorprendió tanta agua en (Villaseca)