Crónica Ruta 14 de Campiñeando (ii)
El pasado sábado, 25 de febrero, celebramos la decimocuarta edición de Campiñeando. La ruta elegida en esta ocasión fue dentro del término municipal de El Cubillo de Uceda y más concretamente, en el paraje denominado El Valle.
A pesar de ser una fría mañana del mes de febrero, un sol claro y un espléndido cielo azul nos acompañaron en nuestro recorrido de unos diez kilómetros.
Mas de 170 participantes nos dimos cita a las 9:30 de la mañana en la plaza mayor de la localidad, y tras las inscripciones y entrega del avituallamiento, nos dirigimos, siguiendo los pasos del «Camino Mendocino», por la calle de la Fuente y el camino del mismo nombre, hacia la «Fuente de Abajo», monumento que data de 1792, reinando Carlos IV, y situada junto al Arroyo del Valle.
Desde allí y cruzando la carretera CM1002, que conduce al vecino pueblo de Uceda, comenzamos la marcha propiamente dicha. Fue una ruta llana, bordeando todas las «boquillas» y «terreras» que vierten al citado Arroyo del Valle, dejando a nuestra derecha los terrenos militares que van hasta el río Jarama y al fondo las sierras de Ayllón, Somosierra, Navacerrada y Guadarrama.
Frente a nosotros, a poniente, la inconfundible silueta del «Cerro de San Pedro», a lo lejos; y más cercano a nosotros, en las estribaciones de la sierra madrileña, el Molar, El Vellón con su atalaya, la Cabrera y Torrelaguna.
No te cansas de ver ese paisaje amplio desde el «Pico del Valle». Si giras la vista a la izquierda, hacia mediodía, se alcanzan a ver los rascacielos de la zona norte de Madrid, la vega del Jarama a su paso por Talamanca y Valdetorres, y a nuestros pies las urbanizaciones de Caraquiz y Peñarrubia. Descendemos del «Pico del Valle» por el paraje denominado «Valdelacueva”, donde hacemos una parada para tomar un tentempié y Roberto Muñoz y yo mismo, como cubillanos, hacemos un pequeño resumen de la ruta que estamos haciendo y un poco de historia de nuestro pueblo desde su fundación, allá por el siglo XIII hasta nuestros días. Después bajamos hasta el cauce del arroyo, el cual, a lo largo de los casi cinco kilómetros de recorrido hasta el pueblo, aparece y desaparece entre el lecho de cantos rodados, formando pequeñas charcas y regatos. A ambos lados del arroyo, algunos fresnos, junqueras, chopos, sargas y zarzas, pequeños sembrados de cereal y un puñado de olivos, en lo que, en su día, fueron las viñas del pueblo, arruinadas por la plaga de la filoxera a finales del siglo XIX.
Las laderas a ambos lados de este pequeño valle, aparecen cuajadas de los arbustos típicos de la zona, jaras, retamas, espinos o majuelos, aulagas, torviscos, tomillos, cantuesos, mejoranas, coscojas o chaparras y algunos enebros que se salvaron de los incendios que asolaron el término hace unos años.
Remontando el cauce del arroyo en dirección al pueblo, hacemos otra breve parada, donde Alfredo Elvira, de Villaseca de Uceda, nos habla de estas especies de plantas que proliferan a nuestro alrededor y como la plaga de la filoxera afectó a los cultivos de vid de toda Europa y a las distintas comarcas vinícolas españolas.
Proseguimos nuestra marcha un kilómetro más para llegar al final de nuestro recorrido, subiendo un pequeño repecho hasta la entrada del pueblo, dejando a nuestra izquierda, en la hondonada y a ambos lados del arroyo, «el Plantío», una bonita arboleda a los pies del pueblo y junto a la «Fuente de Abajo» y el Lavadero, y rodeada de huertos, que a punto estuvo de desaparecer en su mayoría, por tratarse de olmos que se vieron afectados en los años 80 y 90 por la grafiosis.
Hemos llegado al Cubillo y nos dirigimos hacia la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, principal monumento histórico artístico del pueblo, dónde podemos contemplar un ábside románico-mudéjar único en la provincia de Guadalajara. Su construcción data del siglo XIII y sirve de cabecera a la ampliación del templo, llevada a cabo en el siglo XVI, en estilo renacentista, con tres naves separadas por columnas y elevados arcos de medio punto, y cubiertas por un artesonado de madera al gusto mudéjar. Al exterior cabe destacar, en el lateral del mediodía, un elegante porche clásico de columnas jónicas sobre altas pilastras, que cubren una portada renacentista de líneas clásicas, y en la fachada principal, la impresionante portada de estilo plateresco y posiblemente, obra de Alonso de Covarrubias, arquitecto toledano que realizó varias obras para una de las familias más poderosas del momento, los Mendoza de Guadalajara.
Para terminar y como broche final, volvemos a la Plaza Mayor, dónde nos esperan con unos apetecibles bocadillos y unos refrescos para reponer fuerzas. Unos más cansados que otros, pero creo que todos satisfechos y contentos de seguir campiñeando.
Por cierto, la organización nos convocó a todos para la celebración de la Fiesta de la Campiña Alta, que se celebrará el sábado, día 13 de mayo en Villaseca de Uceda. ¡¡¡¡Allí nos vemos!!!!